Después de esfuerzos titánicos para limpiar algunas piezas de cobre que andan por casa y a las que guardo un cariño especial, descubro hoy una manera muy fácil , cómoda y especial de hacerlo. Se trata de poner en un recipiente media solución de agua y otra media de amoniaco, dejar un ratito la pieza , aclarar y secar con un paño. Enseguida veréis como el agua se tiñe de un color
negro azulado, y el proceso está terminado. ¡Así de relucientes quedaron mis cacharritos ( son miniaturas)!
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